EL IMPACTO DE LA GUERRA EN LA CULTURA Y EDUCACIÓN
En nuestro país hemos
vivido uno de los conflictos más largos, intensos y tristes que hayamos
conocido. Tres generaciones completas de colombianos hemos convivido con los
asesinatos, las masacres, las violaciones de los derechos humanos, los
secuestros, los crímenes de lesa humanidad y las desapariciones.
Aunque solemos olvidarlo, el efecto más
perverso de las guerras, sin excepción, es la deshumanización de las relaciones
humanas fundamentales y la ruptura del tejido social que garantiza la
convivencia. Pasa en todas las confrontaciones armadas, pero su magnitud crece
de manera exponencial cuando permanece durante décadas, se vinculan diversos
ejércitos irregulares y el narcotráfico permea todos los ámbitos del conflicto.
Aun así, el impacto más
silencioso, perverso y duradero de la guerra es el que ha afectado la
estructura valorativa de los colombianos. La guerra que hemos vivido impactó la
cultura, las esperanzas, los proyectos de vida y la ética colectiva. Se impuso
lo que Antanas Mockus llamó la cultura para la cual “todo vale” con tal de
lograr los propósitos buscados. Por ello, en Colombia, ante una muerte, hay
personas que afirman: “Por algo será”. Y al decirlo, terminan por avalar y
justificar el asesinato. Son expresiones que evidencian lo poco que valoramos
la vida en el país.
En la siguiente
presentación de prezzi observaremos algunos elementos de la llamada “cultura de la guerra” como uno de
los principales obstáculos para construir la paz
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